domingo, 12 de enero de 2014

La Habana III




Nuestras últimas horas en Cuba las dedicamos a recorrer los alrededores del Capitolio y calles adyacentes al hotel Telégrafo. Teníamos toda la tarde por delante, ya que nuestro avión salía a las Paseamos una vez más por el vistoso y animado Paseo Marti, admirando una vez más esos dinosaurios rodantes y coloridos que hacen de La Habana un museo automovilístico viviente. Hablamos con mucha gente en esos últimos paseos, niños, tenderos un trió de travestidos que se hizo alguna foto con nosotros. Hubo que explicar a Hugo que aquello no eran chicas, aunque no se quedó muy convencido.
















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Nos adentramos por la parte de atrás del Capitolio pasando el parque de la Fraternidad fuimos a ver y fotografiar la concentración de coches antiguos que allí se daba. Por esas mismas calles la gente paseaba, en Cuba la gente vive en la calle al pie de sus puertas o casas, en las ventanas a pie de calle o en ventanas elevadas, asomados y observando el trajín cotidiano, los niños juegan por todas partes y forman parte del paisaje urbano.

Eran nuestras últimas horas en La Habana, nuestras últimas horas en Cuba, con la congoja habitual de cuando uno está a punto de dejar un país, una aventura o vivencia que trasciende los sentidos. Pero todavía nos quedaba pendiente una visita muy especial:


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